Se trata de unos panecillos que potencian el sabor ya de por sí dulce de la avena con la miel que se les añade (no llevan sal). El resultado es sorprendente
Ingredientes:
300 gr. harina integral de espelta
200 gr. harina integral de trigo
1/2 cucharada de salvado de trigo
25 gr. levadura fresca
1 cucharada de miel
300 ml. de agua tibia
50 ml. aceite de oliva virgen extra
1 huevo
semillas de sésamo dorado
Diluímos la levadura fresca en el agua tibia mezclada con el aceite. Mezclamos todos los ingredientes en un bol amplio, y amasamos hasta integrarlos todos. Hacemos una bola y la dejamos reposar en lugar cálido cubierto con un paño más o menos 1 hora o hasta que haya doblado su volumen.
Pasado este tiempo hacemos las porciones de los panecillos, o bien hacemos 3 o 4 piezas más grandes y les damos forma.
Distribuímos la piezas en una o dos bandejas de horno con papel sulfurizado (bien separadas, ya que aumentan de tamaño) y las dejamos reposar 1 hora. Pincelamos los panecillos con un poco de huevo batido y los espolvoreamos con el sésamo.
Precalentamos el horno a 180º y ponemos un recipiente con agua dentro. Metemos la bandeja de los panecillos 40 minutos más o menos, dependiendo del tamaño, hasta que los veamos un poco doraditos.